Fernado Gallego y el primer avión de despegue vertical

Fernado Gallego y el primer avión de despegue vertical

Fernando Gallego Herrera nació en la salmantina localidad de Villoria el 14 de febrero de 1901 y falleció el 10 de junio de 1973 en Pamplona que en esas siete décadas de vida alumbró conceptos y proyectos.

Realizó los primeros estudios en su Villoria natal, pasando más tarde a estudiar en el colegio de Calatrava en Salamanca, donde rompió todas las escalas, o sea, tuvieron que crear un premio especial por todos sus logros académicos.

En Madrid estudió en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, logrando pues las mejores calificaciones y el Premio Escalona al ser el primero de su promoción.

Siendo ingeniero recién titulado, en 1926, comienza a recibir encargos de gran importancia, o sea, trabaja en el diseño de la Estación de Francia en Barcelona, en las obras del Metropolitano y además estudia más tarde Derecho en la Universidad Central de Madrid, aprende ocho idiomas, teología y en julio de 1936 así obtiene el título de piloto de aviación.

La incursión de Fernando Gallego en el mundo de la aviación es fascinante, o sea, su sueño consistía en construir naves volantes capaces de despegar y aterrizar verticalmente.

Además fue el primer español en dar la vuelta al mundo por medio aéreo pasando por Norteamérica, el Pacífico y volviendo hasta Europa para confirmar la redondez de la Tierra desde un avión

Todo comenzó en mayo de 1932, cuando vio la luz la patente española número 125936 sobre “Un sistema de aparato de vuelo por aire comprimido” y que fue conocido como «Aerogenio» y que construyó así tres prototipos, todos ellos muy diferentes a los aviones de su época.

Movido por aire comprimido gracias a un gran motor de diez cilindros y casi cien caballos de potencia, el primer prototipo llamó mucho la atención y periodistas y curiosos se acercaron a Villoria para contemplar las pruebas.

La primera prueba del “Aerogenio” no tuvo buena fortuna aunque, según varios testigos, en las pruebas del segundo aparato sí se logró cierto éxito, sin quedar claro el grado de cumplimiento que logró pues alcanzarse.

El «Autogenio» de Fernando Gallego

La primera nave, prácticamente un ala volante de gran tamaño, debía elevarse verticalmente en el aire y, en teoría, abriría el mundo de los vuelos intercontinentales a través de la estratosfera a la humanidad, o sea, esa era la intención de Gallego, pero todo terminó con el incendio del primer modelo construido con metal, tela y madera y el fracaso de los dos posteriores.

La descripción del aparato es esta, según crónica de la época: Un aparato de anchas alas cuadradas que pesa de setecientos a ochocientos kilos y que mide cuarenta metros netos. Las alas están divididas en dos partes que funcionan indistintamente, accionadas por los mandos. La cola también es amplia y tiene forma rectangular. Tiene dos cabinas en las que pueden ir tres personas”.

Sigue la descripción hablando del motor, que contaba con diez cilindros y cien caballos y cuyo valor se estimaba en veinticinco mil pesetas donde además el aparato descansaba sobre tres ruedas y su coste total ascendía a doscientas mil pesetas, dinero costeado por la propia familia, según Luis, su padre.

En su realización realización sólo contó con la ayuda de su hermano José y el aparato que pretendía así lanzar al espacio, según la crónica “obedece a unos principios técnicos de vuelo por aire comprimido”.

Se destaca de la nave su sistema de “profusión” aprovechando todos los gases de escape y hasta el calor de refrigeración del motor, pues estaba hecho de metal, tela y madera y hasta hace poco tiempo se han podido ver algunos de sus restos en el monte de Villoria.

La expectación por el vuelo agolpó a muchos vecinos de Villoria hacía el lugar donde se había construido el artefacto hasta el punto de que llegaron dos aviones desde Madrid para seguir las incidencias.

Pero no pudo ser, la aeronave fue pasto de las llamas sin haber conseguido despegar el vuelo y a pesar de ello, más tarde construyó otro aparato y consiguió despegar verticalmente gracias a la aplicación de nuevos y propios principios científicos sobre circulación de láminas aéreas, con lo que perfeccionaba la idea inicial del aire comprimido.

La Guerra Civil cortó de raíz sus sueños, pasando cuatro meses escondido en un pajar en Villoria pues a la espera de un permiso y protección del Gobierno de los Estados Unidos, un apoyo que posteriormente le salvó de la prisión o el exilio forzado.

Hombre polifacético, recorrió muchos países donde dejó el sello de su genialidad (Estados Unidos, Japón, Filipinas, India, Siria, Turquía, Gran Bretaña, Italia y, cómo no, Egipto)

Fuente: http://velerosdelcielo.blogspot.com/2018/01/1933-primer-avion-de-despegue-vertical.html

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