El calendario romano, el fasti

El calendario romano, el fasti

A lo largo de las épocas hombres y mujeres se vieron en la necesaria tarea de administrar su tiempo, no tanto por placer sino más bien por necesidad.

Con la división cronológica del tiempo semántico se logró de manera eficaz predecir las estaciones del año, los períodos en que el ganado da su cría o la fecha de siembra de los cultivos y la floración.

Permitiendo así a las sociedades primitivas planear su vida de manera más organizada y en si la división del tiempo fue un factor determinante para el establecimiento de las sociedades urbanas.

En un principio los calendarios fueron meros recuentos de días que no servían más que a la tarea pues de «predecir» las siembras de los diferentes cultivos.

Si bien es discutible el origen de las innovaciones en el área, sí podemos afirmar que fueron tanto Roma y Grecia las sociedades que crearon una división del tiempo tan eficiente y útil que aún hoy en día, milenios después, se sigue utilizando uno de estos sistemas.

Con la creación de los calendarios utilitarios y complejos, aptos a todo tipo de tareas, vemos entonces así una evolución que va desde los más simples que marcaban estaciones a ver otros que hasta dividían pues los tipos de días y semanas en un orden cronológico marcado y específico.

Es lógico asumir que una civilización tan longeva como la romana no tuvo un sólo calendario, o sea, pues el avance social y tecnológico trajo consigo la necesidad de adaptar entonces el calendario a los nuevos conocimientos científicos que se iban obteniendo con el paso del tiempo.

Es así que observamos la transformación del antiguo calendario lunar griego al calendario soli-lunar que es utilizado durante la República y de éste al calendario juliano utilizado ya hacia finales de la República y durante todo el Imperio y el cual, además, sirvió como la base del calendario gregoriano que utilizamos los occidentales hoy en día.

El calendario antiguo estaba basado bajo un contexto puramente astrológico, o sea, regido sobre todo así bajo las ideas y planteos de Ptolomeo, Platón y Pitágoras, es decir, una mirada geocéntrica del universo.

La Tierra era inamovible y todos los objetos celestes en el universo giraban al rededor de ésta, por ello así teniendo en cuenta lo anterior podemos asumir entonces el uso de los objetos celestes más visibles como referencia para la medición del tiempo, es decir, la ubicación del sol y la luna con respecto a la tierra.

Durante sus tiempos más remotos Roma utilizó un calendario lunar similar al de los griegos. No obstante, con el paso del tiempo la discrepancia entre lo que indicaba el calendario y las estaciones del año resulta que se acentuaba causando una gran cantidad de contratiempos.

Razón por la cual se optó por utilizar un calendario soli-lunar, siendo el sol el astro que marcara el año y la luna los meses. Finalmente, con la meta de crear un calendario más preciso Julio César ordenó pues la creación de un nuevo calendario mucho más preciso hoy conocido como el calendario juliano.

A nivel histórico encontramos varios trabajos de escritores e historiadores de la época que nos traen luz al funcionamiento y aplicación interna del calendario antiguo. 

Ovidio -siendo éste uno de los referentes más importantes que tenemos- en su obra NASONIS FASTORUM LIBER SEXTVS da detalles puntuales y muy ricos sobre el sistema de fechado; Varrón y Tito Livio también nos presentan con evidencias y citas sobre cómo era el método utilizado, las tradiciones y costumbres.

Más adelante en el tiempo, entrada la época imperial, tenemos los relatos de Macrobio, Plutarco, Dión Casio y varios autores más que nos ayudan a cerrar la imagen general de lo que representaban tanto el calendario antiguo como el juliano.

Es gracias a éstos escritores e investigadores del mundo romano que podemos entender a la perfección la utilización de los diferentes calendarios a lo largo de los siglos en el mundo latino.

Quizá uno de los hallazgos más importantes no se encuentra en los libros clásicos sino en la antigua ciudad de Antium (hoy en día Anzio).

n 1915 se descubrió el FASTI ANTIATES MAIORES, uno de los más completos fasti -calendario- con los que se cuenta en la actualidad, ya que los descubiertos anteriormente no eran más que diminutos fragmentos desparramados por todo el mundo latino y gracias a éste Fasti hoy podemos saber las diferentes fechas tanto civiles como religiosas

Los romanos toman parte de su calendario más antiguo del calendario lunar griego que se utilizó durante los siglos VII y V antes de Cristo, y en un principio consistía de 304 días los cuales conformaban así los 10 meses totales del año, estos meses así eran: Martius, Aprilis, Maius, Iunius, Quintilis, September, October, December con unos 61 días «sin mes».

En particular ésta versión del calendario romano era un calendario exclusivamente lunar, completamente regido por los ciclos de luna, lo que llevó a una seria y problemática discrepancia entre lo que indicaba el calendario y las estaciones del año.

Posteriormente, alrededor del siglo VI antes de Cristo, el rey Numa Pompilio realizó una de las primeras reformas al calendario romano lunar convirtiéndolo en un calendario soli-lunar y agregando los meses de enero y febrero (Januarius y Februarius) y elevando la cantidad de días en el año a 355.

No obstante, este calendario aun presentaba un serio problema de desfase estacional y debido a esto el rey Tarquinio Priscio vuelve a reformar el calendario romano en el siglo V antes de Cristo así con el fin de solucionar este problema agregando un décimo tercer mes.

Si bien el calendario soli-lunar romano intentó solucionar el problema de la discrepancia así entre lo que indicaba el calendario y las estaciones del año, la diferencia de días entre los 365 días del año solar y los 360 días del año lunar llevó a que se deba agregar un décimo tercer mes llamado Mercedoinus entre el de febrero y marzo de manera intercalada año por medio.

Los años que contenían dicho mes pasaban a tener un total de 377 o 378 días, equilibrando entonces el desfase estacional y ya entrada la República, estos meses intercalaris eran establecidos así por el Pontifex Maximus y su duración era variable.

El calendario soli-lunar intentó solucionar la discrepancia entre lo que indicaba el calendario y también las estaciones. No obstante, el uso político del mes intercalar Mercedoinus (muchas veces era anunciado sin la necesidad de tener que hacerlo para extender el periodo de ciertas magistraturas) llevó a que nuevamente el calendario romano sea caótico y no refleje correctamente las estaciones del año.

El pasar del tiempo incrementaba éste problema a tal punto que las inconsistencias entre el calendario y las estaciones del año hicieron que Julio César se viese obligado a replantear el calendario por completo y dando origen de esta manera al calendario juliano.

La división del tiempo en Roma era fundamental tanto para la organización de la vida cotidiana como así el planeamiento a largo y mediano plazo.

Debido a esto, los romanos tenían un complejo sistema de división del tiempo, o sea, sistema que, salvo algunos cambios menores y reajustes, ha llegado prácticamente intacto hasta nuestros días debido a la influencia que Roma tuvo en la cultura occidental.

Algunos meses del calendario estaban nombrados en honor a una deidad, y se solía rendir tributo pues a dichos dioses y diosas en sus meses respectivos. También así mismo la división interna de los días en el Fasti, como llamaban los romanos a su calendario, consagraba ciertos días a los dioses. Los kalendaes a Juno, los Idus a Júpiter, etc.

Con el paso del tiempo algunos meses fueron renombrados para honrrar pues a figuras emblemáticas de Roma, como es el caso de Julio en honor a Julio César y de Agosto en honor a Augusto.

Los meses en Roma eran divididos en tres tipos de días especiales los kalendae, los nonae, y los idus, más un tipo particular de día el cual antecedía a los días especiales, el pridie. Así mismo, los dies feriatus era como se conocían a los feriados y podían dividirse en feriae publicae y privatae.

Todos los tipos de día, incluidos los feriados, tenían abreviaturas que los distinguían. Su orden y además su conjunción permitían así a los romanos el dividir el año en una tabla denominada fasti, básicamente el calendario en si. Por ejemplo:

  • Kal = Kalenda 
  • a.d. = Ante diem -día anterior-
  • Prid. = Pridie -el día antes-
  • Non. = Nona
  • Id. = Idus

Mientras que los feria poseían abreviaturas que los definían, por ejemplo: AGO era AgonaliaQSDF era el Quando Stercur Delatum FasVOLK era la VolcanaliaQRCF era el Quando Rex Comitiavit Fas, etc.

Cada día de la semana a su vez tenía asignada una letra nundinal que lo abreviaba, las mismas iban de la A a la H. Ocho letras ya que originalmente los romanos utilizaban la «semana» mercantil etrusca de ocho días (entre comillas ya que la palabra semana implica el número siete).

Durante el imperio de Constantino se adopta la semana hebrea de siete días, algo que se había intentado sin éxito desde la introducción del calendario juliano, y gradualmente se dejan entonces de lado las letras nundinales ya que la semana de siete días no era divisible por ocho.

Así mismo, durante la República el año en sí se determinaba a partir de la personas que ocuparan el cargo de cónsules. Por ejemplo, el año que actualmente denominamos 49 a.C., para los romanos, era llamado como «El año de los cónsules de Claudius Marcellus y Cornelius Lentulus» ya que éstos fueron pues los dos cónsules que ocuparon la más alta de las magistraturas durante dicho año.

Los años también se podían medir en relación a la fundación de Roma, la cual data al 753 a.C. -Si bien no es la única fecha que se baraja es la más aceptada actualmente-.

El término en latín para definir el año patrón era Ab Urbe Condita (desde la fundación de la ciudad), y se abreviaba AUC. Por lo tanto el año en que nació Julio César, para nosotros 100 a.C., el equivalente romano sería 653 AVC -recordemos que urbe en latín es VRBE-.

Dentro del calendario romano podemos destacar las siguientes curiosidades:

  • Regifugium era la fiesta que marcaba el fin de año en febrero, esta fiesta estaba asociada pues con la Terminalia – último día del año-.
  • Dada la manipulación política del calendario y métodos poco eficientes para calcular los meses así intercaleres, el calendario pre-juliano llegó a tener un error tal de 4 meses con respecto entonces a las estaciones del año.
  • Una de las mejores maneras de saber qué tan desfasado estaba el calendario antiguo con respecto a la estación anual es leyendo las crónicas de batalla. En estas casi siempre se cita el clima y el mes del año en que ocurrieron.
  • El afamado historiador Will Durant propuso que las fechas divisorias (idus, nonas, etc) tocaban sobre todo en días impares ya que era muy difundido creer que los números pares traían mala suerte.
  • El sistema con el que los romanos contaban los días del mes -por divisores- duró hasta bien entrada la Edad Media y esto se puede observar en los trabajos literarios seculares de la época.
  • La palabra nefasto proviene de los dies nefasti. Si bien no tenían ningún carácter que indique una tragedia o un mal día, gradualmente la población los empezó a considerar días oscuros ya que así durante los mismos no se podían realizar negocios ni operaciones comerciales.
  • En el 59 a.C. el cónsul Marcus Calpurnius Bibulus, quien no podía contrarrestar las imposiciones de Julio César y terminó recluyéndose en su casa utilizando, en vano, pretextos religiosos para declarar nulas las propuestas de Julio César. Como Julio César pudo pasar la mayoría de las medidas que propuso, como si hubiese gobernado él solo, es que a manera jocosa la gente se refería a este año como «el año de Julio y César” (esto debido a que los años se solían nombrar pues en base a los dos cónsules en el poder durante dicho año).

Fuente: https://www.imperivm.org/el-calendario-romano-el-fasti/

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