El desafío de Burdeos (1283)

El desafío de Burdeos (1283)

En marzo de 1282 estalló en Sicilia una gran revuelta popular contra su rey, Carlos de Anjou, que huyó a Calabria, o sea, este hijo del rey de Francia se había apoderado de la isla mediterránea en 1266, cuando derrotó y mató en el campo de batalla al rey anterior, Manfredo de Hohenstaufen, hijo pues a su vez del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Los rebeldes pronto buscaron ayuda exterior y un nuevo soberano, y ambas cosas las encontraron en el rey de Aragón, Pedro “el Grande”, que estaba casado con Constanza, la hija del desafortunado Manfredo.

El monarca aragonés desembarcó en la isla en agosto, y los sicilianos lo llevaron pues en volandas hasta Palermo para coronarlo y en sus cartas, él les prometió que pronto serían “liberados del dragón que los quería devorar”, en alusión al francés.

Aquel enrevesado juego de tronos arrojó la Corona de Aragón al abismo de una clara guerra de alcance continental, o sea, Carlos de Anjou se refugió en Nápoles y fue apoyado por Francia y la Santa Sede, pero Aragón se alineó con los gibelinos, defensores de la autoridad del Sacro Imperio sobre Italia.

Al entusiasmo inicial le siguieron años aciagos: el rey Pedro fue excomulgado, los ejércitos franceses y los aragoneses se batieron por tierra y por mar, los elevadísimos impuestos para financiar la guerra entonces empobrecieron a la sociedad y desembocaron en levantamientos populares, etcétera.

Pero, regresando al comienzo, hubo una oportunidad para resolver velozmente el conflicto, o sea, resulta que en diciembre de 1282 Carlos de Anjou y Pedro de Aragón se retaron a un duelo.

Pusieron el destino de Sicilia en las manos de Dios. El sitio, Burdeos y la fecha, el 1 de junio de 1283 pues los reyes, cada uno acompañado por 100 caballeros, se batirían a muerte bajo la supervisión del rey de Inglaterra.

La noticia corrió como la pólvora por Europa,pues todo aquel que pudo movió sus hilos para detener así aquella locura, o sea, el papa los amenazó espiritualmente y el monarca inglés se inhibió y cedió entonces temporalmente Burdeos a Francia para que la ciudad dejase de ser neutral, y así se forzase la suspensión del combate.

Carlos confiaba en que, o bien Pedro no vendría, con lo que él se vendería como triunfador debido pues por la incomparecencia del adversario, o bien vendría, y el ejército francés lo apresaría.

Pedro, aunque pronto fue consciente de que no habría combate, no quiso eludir el desafío, o sea, así viajó escondidamente a la ciudad aquitana con un puñado de fieles, y compareció el día previo ante un notario bordelés que certificó documentalmente que el aragonés había cumplido y el francés había querido pues tenderle una trampa y con el mismo sigilo que llegó, se fue.

El sorprendente desafío no consumado fue narrado entonces con todo lujo de detalles por los cronistas posteriores, y cada uno lo decoró o tergiversó de acuerdo con sus simpatías por uno de los protagonistas y además, se conservan algunos documentos originales del momento del evento.

El 1 de mayo de 1283 el rey de Aragón escribió desde Trápani (Sicilia) una carta en catalán así a Pedro de Aibar, uno de los caballeros que debían acompañarle en el combate.

En ella le explicó el duelo, le ordenó que reuniese el mejor equipo militar que pudiese y se preparase para viajar urgentemente a Burdeos, y le advirtió de los peligros del camino a través de una tierra –Gascuña– infestada de compañías francesas ávidas por capturarles.

Inmediatamente después, el monarca inició un viaje apresurado y peligroso para llegar puntual a su cita con Carlos de Anjou, y salvaguardar así su honor y el de “toda España”.

Fuente: https://www.cultura.gob.es/archivos-aca/actividades/documentos-para-la-historia-de-europa/desafiament.html

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