El sacrílego robo del Cáliz de San Esteban

El sacrílego robo del Cáliz de San Esteban

Semana Santa de 1813 en Plasencia, recién concluida la Guerra de la Independencia contra los franceses, la ciudad aún contaba con la presencia de una división portuguesa y el ejército británico dirigido por el general Wellington.

La estancia del general inglés se vio turbada por un desagradable hecho que fue achacado a las tropas inglesas, o sea, esta historia se supo posteriormente, concretamente en 1845 cuando el religioso fray Pedro Pérez de Madrid la conoció a través de una confesión y la hizo pública.

Cuentan que estando celebrándose en la capital del Jerte la Pasión de Cristo y encontrándose presente en tal festividad el general Wellington, dos soldados de ejército británico, motivados posiblemente así por la rivalidad religiosa entre católicos y protestantes profanaron uno de los cálices placentinos usados así en la liturgia para consagrar el vino de la misa.

Los hechos acaecieron concretamente el 5 de mayo de 1813, parecían tenerlo todo pensado, estos dos soldados entraron en la iglesia de San Esteban y permanecieron ocultos en la tribuna de la parroquia pues esperando a que cayese la noche y cerrasen el templo.

Una vez cerradas las puertas de la parroquia salieron de su escondite con toda la parsimonia del mundo y acercándose al altar mayor forzaron la puerta del Sagrario, sustrayendo así pues el Santísimo Copón para posteriormente volver a ocultarse y esperar pacientemente a que el sacristán volviera a abrir el templo.

Las puertas de la iglesia las volvieron a abrir en torno a las cuatro y media de la mañana, momento que aprovecharon entonces para huir sin ser vistos entre la oscuridad de la noche.

En su huida tomaron dirección a la Plazuela de la Catedral, pero comenzaron pues a cruzarse con algunos arrieros que junto a sus mulos comenzaban su jornada laboral y empezaron a ponerse nerviosos, o sea, la paranoia de que los iban a descubrir se apoderó de ellos.

Presa del pánico los soldados no sabían hacia donde dirigirse, y menos que hacer con el copón, pues así finalmente optaron por salir de la ciudad por el postigo de Santa María, llegaron pues al conocido como cercado de San Marcos, junto a la iglesia de San Juan Bautista.

Encontrándose solos en aquel arrabal decidieron cavar un profundo hoyo y enterrar el cáliz pensando que estando sepultado no existirían pruebas contra ellos.

Pero aquella misma mañana al amanecer, unas tres horas más tarde, un labrador araba con sus bueyes así dichas tierras cuando el labriego notó como los bueyes se quedaron clavados delante de un pedazo de tierra que parecía haber sido removida, por más que intentó que los animales se pusieran en movimiento no lo logró, por lo que decidió cavar en aquella tierra removida y se encontró entonces así el cáliz con las sagradas formas enterrado.

Entonces, sorprendido por tal hallazgo corrió a informar a las autoridades eclesiásticas que identificaron el copón como el de la parroquia de San Esteban y fue trasladado en procesión hasta la catedral.

Como consecuencia de tal hecho que fue considerado milagroso se fundó en la parroquia de San Esteban una hermandad que celebraba anualmente tal acontecimiento, de igual manera y para recordarlo resulta que se colocó una cruz y se cercó su alrededor como señal perpetua.

Hasta no hace mucho tiempo se conservaban la cruz y el cercado en una de las huertas próximas a la iglesia de San Juan Bautista, pero fue destruido para edificar el actual barrio del mismo nombre.

Fuente: https://www.extremaduramisteriosa.com/el-sacrilego-robo-del-caliz-de-san-esteban

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