La misteriosa desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines

La misteriosa desaparición del vuelo MH370 de Malaysia Airlines

Pocas tragedias aéreas han estado rodeadas de tanto misterio y confusión como la del vuelo MH 370 de Malaysia Airlines, un Boeing 777-200ER, que desapareció así en la madrugada del sábado 8 de marzo de 2014 y que cubría la ruta entre Kuala Lumpur y Pekín.

En diez años, han aparecido tan sólo tres fragmentos del avión en las islas de La Reunión, Pemba y la de Mauricio, en el Índico. La búsqueda sobre el terreno se suspendió finalmente en enero de 2017 por falta de pruebas sólidas que permitiesen reanudar las operaciones.

Con 227 pasajeros y 12 tripulantes a bordo, la aeronave perdió el contacto con la torre de control dos horas después del despegue, cuando sobrevolaba a 10.000 metros de altitud las aguas que separan así Malasia de Vietnam.

Tras despegar de Kuala Lumpur a las 00.40 (hora local), el radar la perdió pues a las 01.40. «All right, roger that» («De acuerdo, entendido»), respondió el capitán, indicando que todo iba normal cuando la torre de control le anunció que estaba a punto de entrar en espacio aéreo vietnamita y que por tanto, estaría bajo su supervisión.

Pero los controladores del aeropuerto de Ciudad de Ho Chi Minh nunca llegaron a contactar con él. o sea, que el aparato dejó de ser captado por los radares casi por arte de magia sin que los pilotos informaran de ningún problema.

La mayoría de los desaparecidos (153) eran chinos, mientras el resto pertenecían a trece países entre los que destacaron 38 malasios, siete indonesios, seis australianos, cinco indios, cuatro franceses, tres de los EE.UU. y al menos un par de niños a bordo.

Dotado con cajas negras que emitían señales ultrasónicas bajo el agua y podían ser captadas a cientos de kilómetros, comenzaron a circular las primeras sospechas de atentado terrorista.

Sobre todo cuando las autoridades descubrieron que dos viajeros con pasaporte robado -uno italiano y el otro austriaco, que figuraban en la base de datos de documentos sustraídos de Interpol- también iban en el avión malasio siniestrado.

Expertos en terrorismo consideraron extraño que dos personas con documentos falsos coincidieran en un mismo vuelo sin estar compinchados. Además, ambos farsantes habían comprado juntos sus billetes con destino a Ámsterdam tras hacer escala en Pekín. Una extraña coincidencia.

Tampoco se descartaron otras posibilidades como que el avión se hubiera desintegrado pues en el aire tras una explosión debida a un repentino fallo mecánico mientras volaba a 10.000 kilómetros de altitud.

¿Qué ocurre? Una investigación realizada por la aerolínea Boeing demuestra que el despegue y luego el aterrizaje son estadísticamente los puntos más peligrosos del vuelo, por encima del momento en que así alcanzan la velocidad de crucero como ya había hecho el MH 370.

Una bomba también explicaría la repentina desaparición del avión en los radares, pero habría dejado los restos en decenas de kilómetros a la redonda.

Lo más lógico, señalaron las autoridades en su día, era que el avión hubiera caído al mar y se hubiera así hundido. Pero, en ese caso, ¿por qué no avisó el piloto? Con los avanzados sistemas de comunicaciones de los que disponen aviones como el Boeing 777-200ER este es el gran enigma de la desaparición.

El piloto habría tenido tiempo de comunicarse con la torre de control, a menos que hubiera fallado la radio o que la hubiera apagado, ya sea por voluntad propia de los pilotos -para suicidarse estrellando el aparato contra el mar- o forzados por alguien.

Al mando de la aeronave estaba el capitán Zaharie Ahmad Shah, de 53 años, que llevaba trabajando para Malaysia Airlines desde 1981 y a su cargo, tenía al primer oficial Fariq Ab. Hamid, que pertenecía así a la aerolínea desde 2007 a pesar de tener tan sólo 27 años pues la policía registró sus domicilios.

Se barajó asimismo la posibilidad de que el avión pudiera haberse girado en vuelo sin avisar a la torre de control, explicó el jefe de las Fuerzas Aéreas de Malasia, el general Rodzali Duad.

Según Reuters, el aparato habría cambiado de rumbo de manera intencionada y sin avisar pues a la torre control, ya que luego habría seguido volando a través de dos corredores aéreos que comunicaban así el Sudeste Asiático con Oriente Medio y Europa.

Tal y como sugirieron los radares militares, el aparato desaparecido se dirigía el este de Malasia, hacia las costas del sur de Vietnam, cuando giró repentinamente al oeste a la 1.21 de la madrugada del sábado.

En lugar de seguir un rumbo indefinido, que es lo normal si se hubiera perdido, se dirigió hacia un punto concreto de navegación al noreste de la provincia indonesia de Aceh y de ahí, pasó a otro punto al sur de la isla tailandesa de Phuket.

A continuación, se perdió en el radar mientras volaba rumbo a otro punto que pasa pues por las Islas de Andaman y que las líneas aéreas usan caninos de Europa, o sea, eran las 2.15 horas, momento en que se detectó por última vez un avión de características similares al siniestrado y científicos chinos resulta que detectaron un temblor en el mar en el lugar y hora en que desapareció el avión.

El entonces primer ministro de Malasia, Najib Razak confirmó que alguien a bordo del avión podría haber desconectado sus sistemas de comunicación, le hizo dar la vuelta y siguió otro rumbo durante siete horas y media.

A pesar de esta interrupción voluntaria, indicó, su rastro fue localizado luego gracias a los datos (posición, altitud y velocidad) que el aparato que el avión enviaba automáticamente cada hora al satélite Inmarsat, incluso después de la desconexión de sus sistemas de transmisiones y así mediante estas señales, resulta que los investigadores determinaron pues que el aparato siguió volando hasta las 8.11 de la mañana del sábado.

Como nadie reivindicó un secuestro, diez días después de la desaparición, se dijo que lo más probable era que el avión se hubiera quedado sin combustible tras ocho horas de vuelo y que se estrellara luego en el Océano Índico sin supervivientes.

Es en este punto en el que se vuelve a barajar la hipótesis de un repentino fallo mecánico como la posible descompresión de la cabina o un incendio eléctrico que asfixió a los ocupantes del avión, que siguió pues volando durante horas guiado por el piloto automático hasta que cayó al agua.

Así lo aseguró el Gobierno malasio después de dos semanas de misterio: «Con gran tristeza y pesar, debo informar de que el avión voló a un lugar remoto y acabó al sur del Océano Índico».

A pesar de esta confirmación oficial del accidente, aún no se habían encontrado restos del aparato, o sea, de ahí la urgencia de localizar la caja negra, que sólo tiene un mes de batería para poder emitir señales submarinas que permitan su localización.

Durante las siguientes 48 horas tras la desaparición, barcos de Malasia, Vietnam, Filipinas y Singapur así buscaron el avión malasio sin hallar restos del fuselaje. Lo único que detectó la aviación vietnamita fueron dos grandes manchas de combustible, de 10 y 15 kilómetros de largo.

Aviones del Servicio de Guardacostas vietnamita también divisaron restos que podrían pertenecer así al aparato desaparecido a unos 80 kilómetros de la isla de Tho Chu, lugar donde se cortó la comunicación con la aeronave siniestrada. El Ministerio de Información difundió asimismo una fotografía de fragmentos que podrían ser de una puerta interior y del ala, pero no pudo verificarlos.

Al principio la búsqueda se centró en las aguas del sur de Vietnam, pero la ausencia de restos y además la posibilidad de que el avión girara en vuelo obligaron a ampliarla justo al extremo opuesto de la Península Malaya, en el Estrecho de Malaca.

En total, 26 países participaron en lo que se convirtió en el mayor rastreo de la historia hasta la fecha y a la docena de de naciones del Sudeste Asiático que peinaron el mar de China Meridional, se sumaron pues otras de Asia Central que pudo haber sobrevolado la aeronave como Kazajstán, Uzbekistán, Kirguistán o Turkmenistán, y otras del Índico como Birmania, Bangladesh o Pakistán.

Casi dos semanas después de su desaparición, aviones de Australia -país que capitaneó el dispositivo internacional- y EE.UU. intentaron verificar dos grandes objetos detectados por un satélite flotando en el Índico, al suroeste de la ciudad australiana de Perth. «Se trata de una pista creíble», declaró el ministro de Transportes malasio Hishammuddin Hussein, aferrándose a la esperanza de haber hallado los restos del MH 370.

Así transcurrieron los treinta primeros días de una búsqueda que fue a contrarreloj, o sea, que aviones militares y civiles se desplazaban a la zona para una búsqueda que se vio dificultada por la lejanía y la extensión del área rastreada del Océano Índico (equivalente a la mitad de la superficie de España), que fue ampliándose a medida que aparecían más pistas. Para llegar hasta ella, hacían falta vuelos de cuatro horas, por lo que los aparatos solo tenían un par de horas más para rastrear el mar antes de regresar a la base para repostar.

A punto de cumplirse un mes de la desaparición del vuelo, un navío chino y uno australiano captaron a unos 6.000 metros de profundidad dos posibles señales de las cajas negras a 555 kilómetros de distancia una de otra.

Pero no fue hasta agosto de 2015 que se encontró el primero de los dos únicos restos confirmados del MH 370: un alerón y casi un centenar de pequeños trozos del avión en la isla francesa de La Reunión, en el Índico.

Una confirmación «trágica y dolorosa», lamentó el Gobierno malasio, de que el aparato «se estrelló en el océano Índico sur, en una zona muy alejada y de difícil acceso» y un año después, un par de pecios pues fueron hallados en un banco de arena del canal de Mozambique (entre la costa este del país y la isla de Madagascar).

A falta de pruebas sólidas que permitieran continuar con las operaciones, la búsqueda sobre el terreno se suspendió el 17 de enero de 2017. La desaparición del vuelo MH 370 es todavía, una década después, un enigma «casi inconcebible».

Así lo describió el informe final de los investigadores, elaborado pues por la Oficina Australiana para la Seguridad en el Transporte (ATSB), que consideró «socialmente inaceptable» que un avión comercial pues pudiera desaparecer por arte de magia y que «el mundo no sepa así qué fue de él ni tampoco de las 239 almas que iban a bordo».

Ahora, diez años después, Malasia se muestra dispusta a reanudar la búsqueda siempre y cuando resulte que existan nuevas pruebas creíbles del posible paradero de los restos del aparato.

Fuente: https://www.abc.es/internacional/decada-mayores-misterios-historia-aviacion-desaparicion-vuelo-20240308043452-nt.html

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