La historia de la Sala de los secretos de El Escorial

La historia de la Sala de los secretos de El Escorial

La construcción de El Escorial es en sí un misterio, y sobre todo en lo que respecta al lugar escogido por Felipe II para su construcción, o sea, las leyendas que giran en torno a este imponente lugar encierran de todo un poco donde su ubicación, simbología presente, e incluso, la personalidad del rey, resulta así que se entremezclan.

Felipe II estaba muy obsesionado con la religión, la alquimia y el esoterismo y en esta imponente construcción creó su propio universo, o sea, 4000 estancias, 2673 ventanas, 1250 puertas, 45.000 libros y 15 claustros, forman parte de este extraordinario lugar.

Esta faraónica construcción impulsada por Felipe II, cuyas obras se alargaron 21 años, entre 1563 y 1584, es un enorme complejo que incluye un palacio real, un panteón, una basílica y un monasterio.

Los más de 33.300 metros cuadrados que ocupa se reparten en cerca de 4.000 estancias donde una de las más llamativas es la “sala de los secretos” o de los «susurros», una habitación en la que, dicen, se produjo una peculiar situación.

La “sala de los secretos” se encuentra en la parte oeste del edifico, o sea, de aspecto apagado y frío, en su absoluta carencia de ornamentación, algo que contrasta sobremanera con las demás estancias, radica así buena parte de su misterio.

Debido a su techo abovedado y a la forma de sus muros los sonidos hacen un particular recorrido de una forma que, algo susurrado en una de las esquinas de la sala, apenas audible por lo que están así cerca del hablante, se oye con total claridad y perfección en otros puntos mucho más lejanos, o sea, es una acústica caprichosa que parece burlarse de los inquilinos de la sala.

La peculiaridad de esta instancia, según cuenta la leyenda, originó una llamativa anécdota que tuvo como protagonista al rey Felipe II, o sea, que durante el tiempo que duró la construcción de El Escorial resulta que los fondos de la corona comenzaran a escasear debido al excesivo gasto y para que así muchos de los trabajadores viesen como, por arte de magia, dejaban de recibir sus salarios. Hacía falta más dinero y pagar los sueldos atrasados pero ¿quién tenía los bemoles de recriminárselo al mismísimo Rey?

El arquitecto Juan de Herrera, conocedor del funcionamiento de la sala, decidió aprovechar la acústica de la estancia para hacer llegar al monarca su petición. Invitaron al Rey, junto a otros cortesanos, a la estancia y una vez estuvo en el punto adecuado, Juan de Herrera, disimuladamente, se acercó hasta un lugar alejado y susurró: “Majestad, no está bien que los trabajadores lleven dos semanas sin cobrar”. 

Felipe II, sorprendido por esa voz, sin aparente origen, que llegaba a sus oídos, oteó entre la gente y así preguntó, “¿Quién osa hablar así al Rey?”.

La respuesta no se hizo esperar…“El Ángel de la Guarda de los laborantes”, respondió el arquitecto antes de volver al centro de la sala y perderse entre los demás invitados como si nada hubiese pasado.

Parece que esto surgió efecto y consiguió asustar al Rey quien inmediatamente puso al corriente todos los pagos pendientes, y desde entonces nunca más se retrasó a la hora de pagar.

Fuente: https://www.secretosdemadrid.es/la-sala-de-los-secretos-en-el-escorial/

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