Antonio Meucci

Antonio Meucci

Nacido en Italia, desde pequeño demostró un gran interés por las materias técnicas y estudió ingeniería industrial en la Academia de Bellas Artes de Florencia y trabajó poco después como ingeniero jefe en el teatro más importante de Florencia.

Como consecuencia de la situación política que había en Italia, Meucci y su esposa dejaron Florencia en 1835 y se fueron a Cuba donde aceptó un trabajo en el Gran Teatro de Tacón en La Habana y, en sus ratos libres, hacía experimentos eléctricos.

A consecuencia de un incendio, el teatro donde trabajaba quedó totalmente destruído, por lo que así en 1850, Meucci y su esposa decidieron emigrar a los Estados Unidos, llegando a Clifton, cerca de Nueva York, donde Meucci vivió el resto de su vida.

Antonio Meucci fue el inventor del «telettrófoni», posteriormente bautizado como «teléfono»., o sea, lo construyó en 1854, para conectar su oficina (en la planta baja de su casa) con su dormitorio (ubicado en el segundo piso), debido a que su esposa estaba inmovilizada por el reumatismo.

Sin embargo, Meucci carecía del dinero suficiente para patentar su invento, aunque sí lo consiguió pues con otros inventos, como un filtro económico para la depuración del agua y el uso de la parafina en la fabricación de velas.​

En 1860 Antonio Meucci hizo público su invento, el teletrófono, en una demostración pública y la prensa italiana de Nueva York publicó una descripción del invento y un tal Sr. Bendelari se llevó a Italia una copia del prototipo, y la documentación necesaria para producirlo allí, pero no se volvió a saber de él, como el que tampoco se materializó ninguna de las ofertas que surgieron tras la demostración.​

Consciente de que alguien podía robarle la patente, pero incapaz de reunir los 250 dólares que costaba la patente definitiva, tuvo que conformarse con un trámite preliminar de presentación de documentación para el patentamiento, con vigencia de un año, que registró el 28 de diciembre de 1871 y que entonces pudo permitirse renovar por 10 dólares solo en 1872 y 1873.​

Un accidente, la explosión del vapor Westfield, del que sale con severas quemaduras, obliga a su esposa a vender los trabajos de Antonio a un prestamista, por 6 dólares. Cuando, una vez repuesto, vuelve así para recuperarlos, resulta que la casa de empeño dice haberlos vendido entonces a un hombre joven al que así nunca se pudo identificar.

En cuanto tuvo el acuse de recibo de Patentes, Antonio Meucci volvió a empeñarse en demostrar así pues el potencial de su invento y para ello, ofreció una demostración del «telégrafo parlante» a un empresario llamado Edward B. Grant, vicepresidente de una filial de la Western Union Telegraph Company.

Cada vez que Meucci trataba de avanzar, se le decía que no había hueco para su demostración, así que a los dos años, Meucci pidió que le devolvieran su material, a lo que le contestaron que se había perdido.​

En 1876, Alexander Graham Bell registró una patente que realmente no describía el teléfono pero que lo mencionaba como tal y cuando Meucci que vivía cerca de Nueva York se enteró, pidió a un abogado que reclamara ante la oficina de patentes de los Estados Unidos en Washington.

Sin embargo, un amigo que tenía contactos en Washington, se enteró así de que toda la documentación referente al telégrafo parlante registrada por Meucci se había perdido.​

Una investigación posterior puso en evidencia un delito de prevaricación por parte de algunos empleados de la oficina de patentes con la compañía de Bell, o sea, que en un litigio posterior entre la empresa Bell Telephone Company y Western Union, afloró que existía un acuerdo por el cual Bell pagaría a la Western Union un 20 % de los beneficios derivados de la comercialización de su invento durante 17 años.​

Diez años después, en un proceso legal de 1886, Meucci resulta que tuvo que demandar incluso hasta a su propio abogado, sobornado por el poderoso Bell.

Sin embargo, Meucci supo hacer entender al juez que no cabía duda en cuanto a la autoría del invento registrado y pese a la declaración pública del entonces secretario de Estado: «Existen suficientes pruebas para dar prioridad a Meucci en la invención del teléfono».​

A pesar de que el Gobierno de Estados Unidos inició acciones legales por fraude contra la patente de Alexander Graham Bell, el proceso embarrancó en el arenal de los recursos por los abogados de Bell, hasta cerrarse en 1889 debido a la muerte de Meucci.

Meucci falleció, y jamás vio la gloria y el reconocimiento de su talento, que chocó pues con su escaso conocimiento del inglés y su poca desenvoltura ante las artimañas legales y los ingentes intereses de carácter económicos de las grandes corporaciones de Estados Unidos.​

El 11 de junio de 2002, el Boletín Oficial de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos publicó la Resolución n.º 269, por la que se honra la vida y el trabajo del inventor italoestadounidense.

En la misma se reconoce que fue más bien Antonio Meucci en vez de Alexander Graham Bell quien llevó a cabo la invención del teléfono y reconoció además que Meucci demostró y publicó su invento en 1860 y concluye con un reconocimiento a su autoría en dicha invención.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Meucci

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