El duende de la calle Francisco Giner de Barcelona

El duende de la calle Francisco Giner de Barcelona

Todo comenzó la fría noche del domingo, 10 de febrero de 1935, donde Enrique Montroig, de profesión vigilante nocturno en la empresa Elizalde, había abandonado su domicilio dirigiéndose a su puesto de trabajo, tras lo cual, la familia se retiró a la cama. 

A eso de las once de la noche, comenzaron a escucharse golpes y ruidos, tanto en las paredes como en las escaleras del inmueble, que fueron en aumento, lo que obligó al mayor de los hijos a levantarse de la cama para saber de donde procedían y llegado al comedor, y tras encender la luz, observó con estupor como un cajón se proyectaba contra el suelo. 

Tras dar aviso a su madre, fueron en busca del vigilante nocturno y del sereno a quienes invitaron pues a acceder al piso para verificar la veracidad de los hechos y tras realizar ambos la inspección del inmueble no detectaron nada anormal, pese a seguir siendo audibles los extraños ruidos, aunque ahora algo más amortiguados. 

Tales circunstancias alertaron a los restantes inquilinos del inmueble que se dirigieron al domicilio de los Montroig para conocer el origen de tales hechos.

Sin embargo, con la llegada de los vecinos, tanto los ruidos como los demás sucesos cesaron entonces de inmediato lo que motivó que el vigilante, el sereno y la vecindad abandonasen la casa, tras lo cual resulta que los fenómenos volvieron a reproducirse hasta el amanecer cuando Enrique Montroig regresó así pues al domicilio. 

Como quiera que, al día siguiente, los ruidos y demás fenómenos se reprodujeron, pues así Enrique puso los hechos en conocimiento de la Policía quien destacó a un Agente del Cuerpo de Vigilancia y también a dos Guardias de Seguridad con el fin de que realizasen una minuciosa y completa inspección ocular en el lugar de los hechos, dando un resultado negativo. 

Los hechos se sucedieron en los días siguientes, incluso con mayor virulencia que los anteriores pues así a las siete y media de la tarde del viernes, día 15, todos los vecinos del inmueble salieron despavoridos a la calle, presas del pánico, ya que los fenómenos comenzaron a reproducirse con mayor virulencia, o sea, así se oían fuertes golpes y ruidos de procedencia desconocida, caídas de objetos, tenedores que volaban, sillas que caían y se volvían a poner de pie sin la presencia de persona alguna, relojes que de repente se paraban y de nuevo comenzaban a funcionar, caída de piedras en el patio de luces, todo ello sin causa aparente que lo provocase. Igualmente, todos los cristales de la casa, pese a estar fuertemente asidos al marco de la ventana, comenzaron a tintinear. 

El terror colectivo del vecindario alcanzó niveles de auténtico pavor cuando, algunos de los menores residentes en el inmueble, aseguraron haber visto sombras blanquecinas deambulando por los pasillos. 

Parece ser que, consecuencia de estos hechos, cada noche eran muchos los curiosos, incluida la prensa, que acudían a las inmediaciones de la casa para tratar de escuchar los ruidos lo que provocaría, al igual que sucediera el año anterior en Zaragoza con el caso del “duende”, que la Policía se viese entonces en la necesidad de reforzar los servicios para evitar desórdenes. 

Cuentan que una parte de los vecinos del inmueble, incluidos los Montroig, lo abandonaron, momento en que cesaron los fenómenos. 

Las sospechas, recayeron en el hijo pequeño de los Montroig que se encontraba enfermo y que pudo así haber sido el causante inconsciente de estas extrañas manifestaciones, si bien tal extremo no quedó pues demostrado. 

En la década de los 90, algún estudioso de temas paranormales trató de encontrar, en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, el atestado policial, siquiera una minuta dando cuenta de estos ellos, la búsqueda resultó infructuosa.

Según algunos vecinos, de muy avanzada de edad que, por estos años todavía residían en el inmueble y habían sido testigos de algunos de estos hechos, relataron a los investigadores que la Policía entonces les recomendó que no hablasen del asunto y menos con la prensa, quedando todo ello sumido claramente en un misterio insondable. 

Incluso, en las hemerotecas se han encontrado pocos datos relativos a este asunto y los hallados resulta que no tratan el tema con excesiva seriedad, lo que hace sospechar a algunos que, al igual que sucediera en Zaragoza con su famoso “duende”, las autoridades también invitaron a los medios de comunicación a guardar un discreto silencio sobre todo ello.

Fuente: http://cnpjefb.blogspot.com/2020/08/el-duende-de-la-calle-francisco-giner.html

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