La cabaña de Brunckow: un lugar siniestro en Arizona

La cabaña de Brunckow: un lugar siniestro en Arizona

Esta historia comienza en la década de 1850, con la llegada a la región de la Sonora Exploring and Mining Company, donde Frederick Brunckow, un inmigrante alemán, se unió a la compañía para trabajar así en la extracción de minerales en esta región del Oeste americano, o sea, en 1858, iniciaron las operaciones de extracción de oro y plata en una mina llamada San Pedro.

A Brunckow se le encomendó construir un pequeño campamento para que los trabajadores se asentaran en la región y además de contratar mano de obra mexicana, el alemán convocó al químico John Moss, a sus primos James y William Davis, y al cocinero David Bontrager.

Una modesta cabaña de adobe formaba parte de este campamento, estaba cubierta con techo de lámina y presentaba una chimenea que posibilitaba la ventilación de los víveres que en ellas se almacenaban. Los primeros meses fueron de mucho trabajo y abundantes recompensas para la exploración minera, pero en este sitio olvidado por Dios las cosas dieron un giro repentino hacia el horror y la oscuridad.

Según consta en los registros de la época, el 23 de julio de 1860, William Davis dejó el campamento para reabastecer los suministros en la ciudad más próxima.

El viaje duraba tres días y la ruta incluía caminos de terracería plagados de peligro, por lo que el hombre llevaba un rifle por si se ofrecía, se sabe que Davis llegó a salvo a la ciudad, pagó al proveedor los víveres y emprendió el camino de vuelta.

La tarde del día 26, finalmente divisó el campamento a la distancia. Sin embargo, rápidamente supo que algo andaba mal, pues la chimenea de la cabaña no escupía humo como de costumbre.

Todo el asentamiento parecía angustiantemente tranquilo, pues William Davis se bajó de las mulas, las ató en un árbol próximo, tomó su rifle y se dirigió a pie al asentamiento.

Cuando finalmente llegó a la cabaña de adobe, encontró una escena infernal, o sea, el cuerpo de James, su hermano, yacía sobre un charco de sangre pues le dispararon a quemarropa con una escopeta en la cabeza, o sea, sobre las paredes y techo de la cabaña incluso pudo observar fragmentos del cerebro.

Gritó el nombre de sus otros compañeros, pero nadie respondió. En ese instante, un intenso escalofrío se apoderó del cuerpo de William Davis. Sabía que debía ir a las otras habitaciones a buscar sobrevivientes, pero el miedo le impidió seguir recorriendo la cabaña. Eventualmente, el hombre confesó que sentía una sensación profundamente desagradable.

No como si el asesino lo acechara en el lugar, sino algo peor… una presencia siniestra que le helaba la piel y lo hizo salir de la cabaña de Brunckow lo más rápido posible y entonces William Davis recordó que un destacamento militar se encontraba unos 25 km del asentamiento, e inmediatamente se dirigió pues a la autoridad.

Un escuadrón de caballería lo escoltó de vuelta al asentamiento y, en este viaje de regreso, localizaron el cadáver del químico John Moss en medio del desierto. Aunque le cortaron la garganta, todavía pudo así andar unos 200 metros hasta que terminó por desangrarse.

Tan pronto como llegaron al asentamiento, los soldados se desplegaron para buscar pues indicios de lo sucedido y al poco tiempo localizaron el cadáver de Frederick Brunckow a unos cuantos metros de la entrada de la cabaña pues lo introdujeron parcialmente en un pozo minero y aparentemente le quitaron la vida con un pico.

Su cuerpo se encontraba tan severamente dañado que Davis solo logró reconocerlo por una marca de nacimiento que tenía en el brazo. La mitad del cuerpo estaba dentro del pozo y las piernas sobresalían de una forma macabra, o sea, como si la tierra intentara engullirlo.

No encontraron indicios de los trabajadores mexicanos, pues también desaparecieron así más de 3 mil dólares en mercancía y aunque nadie sabía con certeza lo que sucedió, la principal sospecha era que los trabajadores robaron y mataron a sus patrones. Mientras los soldados seguían investigando entonces el campamento, apareció David Bontrager, el cocinero.

Reveló que escapó de aquella masacre perpetrada por los trabajadores mexicanos gracias a que vagaba por el desierto al momento del ataque, o sea, el cocinero se resguardó en las inmediaciones, pero jamás vio a los presuntos asesinos, cinco empleados del asentamiento y el capataz, un hombre llamado Jaime, escapar del lugar de la masacre.

Los soldados decidieron sepultar los cadáveres allí mismo e iniciar una operación de búsqueda para dar con el paradero de los asesinos apenas empezara a clarear.

Estaban seguros de que se dirigían a la frontera con México, donde desaparecerían con extrema facilidad y un grupo de siete soldados, un oficial y William Davis salieron de la cabaña con la alborada pues así en el campamento se quedó Bontrager y un soldado llamado Sam Knowles

Durante todo el día, la caballería siguió el rastro dejado por los asesinos. Pero, cuando estaban por llegar a la frontera encontraron otra escena infernal, o sea, localizaron un campamento destrozado, con claros y evidentes signos de lucha y violencia despiadada. Al buscar en las inmediaciones localizaron tres cuerpos brutalmente asesinados con garrotes, machetes y hachas.

Davis logró reconocer en aquellos tres cadáveres a los mexicanos que trabajaban en el asentamiento, pues de Jaime y los otros no quedó rastro, o sea, ahora, la hipótesis resulta que apuntaba pues a que los criminales discutieron y terminaron matándose entre sí.

La mercancía robada quedó esparcida por el claro y William determinó que no faltaba un solo producto, o sea, tal vez, los ladrones se pelearon por el botín y aquellos que sobrevivieron decidieron irse sin llevarse nada. Sin embargo, resultaba ilógico que dejaran las botellas de agua, suministros y alimentos puesto que se necesitaban para cruzar la frontera.

Aunque, lo más extraño es que no había un solo rastro del camino que siguieron, resulta que los soldados buscaron en todo el terreno y parecía que se hubieran desintegrado en el aire.

Sin un rastro que seguir, el pelotón decidió regresar al campamento y entonces planear allí lo que harían a continuación. Sin embargo, al volver a la cabaña encontraron otra escena que los dejó así nuevamente boquiabiertos. 

Bontrager y el soldado Knowles se habían esfumado, o sea, era como si la tierra se los hubiera tragado, pues el caballo seguía amarrado en el mismo sitio, la chimenea estaba encendida e incluso encontraron una taza de café sobre la mesa y de los hombres ni un solo rastro.

Por más violento, misterioso e inexplicable que resultó el asunto, las autoridades no podían hacer mucho, o sea, emitieron una orden de búsqueda y captura contra el capataz y los obreros mexicanos, principales sospechosos de la masacre. También incluyeron un retrato de Bontrager, o sea, el soldado se trató como un desertor y su nombre se divulgó por todo el territorio.

Jamás localizaron a una sola de estas personas, y su paradero así sigue siendo un misterio hasta nuestros días. Increíblemente, varios años después la cabaña de Brunckow en el Condado de Cochise, en Arizona, sería escenario de otros acontecimientos espeluznantes.

Fuente: https://marcianosz.com/la-cabana-de-brunckow-un-lugar-siniestro-en-arizona/

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