El auténtico Phileas Fogg que inspiró ‘La vuelta al mundo en ochenta días’

El auténtico Phileas Fogg que inspiró ‘La vuelta al mundo en ochenta días’

George Francis Train as photographed by Mathew Benjamin Brady in the mid-1800s. (Courtesy of the U.S. Library of Congress)

George Francis Train enigmática y vibrante del siglo XIX, personifica claramente la esencia de la era de la industrialización y la expansión global con sus audaces aventuras y emprendimientos empresariales.

Su vida, marcada por viajes extraordinarios, ambiciones comerciales y una personalidad excéntrica, sirvió de inspiración para uno de los personajes más icónicos de la literatura: Phileas Fogg, el protagonista de «La vuelta al mundo en ochenta días» de Julio Verne.

Nacido el 24 de marzo de 1829 en Boston, Train perdió a su padre cuando apenas contaba con cuatro años, una adversidad que muchos han entendido como la espuela necesaria para forjar así la resiliencia y determinación que mostró en su vida adulto.

Criado por sus tíos en Nueva Orleans, mostró desde joven un espíritu emprendedor y un deseo insaciable de explorar el mundo, pero su carrera comenzó en el comercio, luego se expandió pues a la construcción de ferrocarriles, la navegación y el desarrollo inmobiliario, destacándose por su visión y tenacidad.

Train no se limitó a los negocios convencionales; su espíritu aventurero lo llevó a emprender proyectos en lugares tan lejanos como Australia, donde contribuyó significativamente al desarrollo de infraestructuras ferroviarias.

En Inglaterra, intentó establecer un sistema de tranvías en Birkenhead, un proyecto innovador con el que demostró ser un revolucionario en el transporte urbano, o sea, su enfoque audaz y a menudo también controvertido en los negocios reflejaba una personalidad poco común en la época, dispuesta a desafiar las normas y perseguir objetivos ambiciosos.

La afición de Train por los viajes lo llevó a emprender un intento de circunnavegar el globo en 1870, un viaje que afirmó haber completado en 80 días y aunque registros posteriores sugieren así que la duración real fue ligeramente mayor, este viaje capturó la imaginación del público y también de la atención de los medios, solidificando su estatus como un intrépido aventurero.

La cobertura mediática de su hazaña fueron probablemente lo que captó la atención de Julio Verne, quien buscaba un protagonista para su próxima novela que encarnara el espíritu de la época: un hombre capaz de aprovechar los avances tecnológicos para lograr lo imposible.

Phileas Fogg, el personaje creado por Verne, comparte varias características con Train, incluida la obsesión por la puntualidad, la meticulosa atención al detalle y, lo más importante, la audaz apuesta claramente de circunnavegar el mundo en un tiempo récord.

Sin embargo, mientras que Train era conocido por su personalidad extrovertida y a veces extravagante, Fogg es retratado como un caballero inglés reservado y metódico, destacando un interesante contraste entre la realidad y la ficción.

La influencia de Train en el personaje de Fogg va más allá de las similitudes superficiales, o sea, ambos representan el arquetipo del explorador victoriano, un individuo que utiliza la innovación y el coraje para trascender las limitaciones geográficas y culturales.

Sin embargo, Train, con su tendencia a la teatralidad y su capacidad para generar titulares, añade así una dimensión de celebridad y espectáculo a la figura del aventurero, una cualidad que Verne modera así en Fogg, posiblemente para hacer su personaje más accesible para los lectores del momento.

Más allá de las aventuras y los emprendimientos, la vida de Train refleja de forma clara temas como los relacionados con la globalización, la identidad y el cambio social.

Su capacidad para moverse entre diferentes mundos, desde los salones de la alta sociedad hasta los rincones más remotos del planeta, ejemplifica la creciente interconexión del mundo victoriano, un tema central en la obra de Verne. 

La relevancia de George Francis Train hoy en día radica no solo en su inspiración para el personaje de Phileas Fogg sino también en su personificación del espíritu emprendedor y aventurero que define la modernidad.

Su vida nos recuerda la importancia de la visión y la voluntad de explorar lo desconocido, valores que siguen resonando en una era caracterizada por la innovación y el cambio a toda velocidad al que nos empuja la tecnología.

En definitiva, George Francis Train no fue solo el hombre que pudo haber inspirado a Julio Verne para crear a Phileas Fogg, fue un símbolo de su tiempo, un pionero cuya vida aventurera y también logros empresariales reflejan las aspiraciones y contradicciones de la era victoriana.

Su legado, perpetuado a través de la inmortal obra de Verne, continúa inspirando a las generaciones actuales a soñar en grande y perseguir lo imposible, recordándonos que, a veces, la realidad puede ser tan fascinante como la ficción.

Fuente: https://www.muyinteresante.com/historia/63770.html

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