Gladiadoras de la antigua Roma

Gladiadoras de la antigua Roma

Las gladiadoras femeninas de la antigua Roma, hoy en día conocidas por los expertos como gladiatrices, puede que no fueran muy comunes, pero existían.

Las pruebas sugieren que un cierto número de mujeres participaban en los juegos públicos de Roma a pesar de que esta práctica a menudo era criticada por los escritores romanos, y hubo varios intentos de regularla mediante la legislación.

En los textos antiguos a las gladiadoras femeninas a menudo se las denomina ludia (artistas femeninas en un ludi, un festival o un entretenimiento) o mulieres (mujeres), pero rara vez feminae (damas), lo que así sugiere a algunos expertos que solo las mujeres de clase baja se sentían atraídas por el estadio.

Sin embargo hay bastantes pruebas de que las mujeres de la clase alta también acudían, o sea, el término gladiatriz nunca se usó en la antigüedad; es una palabra moderna usada para describir a las gladiadoras en el siglo XIX.

Las mujeres que elegían una vida en la arena, y parece que efectivamente era una elección, puede así que estuvieran motivadas por el deseo de independencia, la oportunidad de ser famosas, y las recompensas monetarias, que incluían la remisión de una deuda.

Aunque parece que una mujer renunciaba a cualquier reivindicación de respetabilidad en cuanto entraba en la arena, hay alguna evidencia que sugiere que las gladiadoras recibían pues tantos honores como sus homólogos masculinos.

Es precisamente por el patriarcado bien establecido de Roma y el lugar de la mujer en esta sociedad por lo que los expertos han tenido tantas dificultades para aceptar el concepto de mujeres gladiadoras.

Las referencias a las ludia se suelen interpretar como actrices en un festival religioso, que es claramente una interpretación correcta, pero el contexto del término en algunas inscripciones deja claro que algunas mujeres elegían su camino como gladiadoras y parece pues que esta opción estuvo disponible durante bastante tiempo.

En 11 d.C. el Senado Romano aprobó una ley que prohibía a las mujeres libres menores de 20 años poder participar en los juegos de la arena, o sea, esto sugiere que esta práctica llevaba ocurriendo algún tiempo ya antes.

Cabe señalar que el decreto especifica «mujeres libres», no esclavas, que se supone que podían seguir así participando, pues el emperador Septimio Severo (193-211 d.C.) prohibió así la participación de cualquier mujer en la arena en el 200 d.C., diciendo que tales espectáculos alimentaban así la falta de respeto a las mujeres en general.

También lo hizo por la preocupación de que si se les permitiese a las mujeres entrenar como atletas, pues querrían participar en los Juegos Olímpicos de Grecia.

Curiosamente, su decreto parece haber estado motivado por la participación de mujeres libres de clase alta en los juegos, aquellas que habrían tenido cubiertas todas sus necesidades materiales y que podrían haber preferido la vida de un gladiador a que todas sus opciones estuvieran limitadas pues por parientes masculinos.

A pesar del decreto severiano, todavía había mujeres luchando en la arena a finales del siglo III d.C. como demuestra una inscripción de Ostia, la ciudad portuaria cercana a Roma.

Esta inscripción señala que el magistrado de la ciudad, un tal Hostilianus, fue el primero en permitir que las mujeres lucharan en la arena desde la fundación de Ostia.

La redacción de la inscripción especifica que Hostilianus permitía luchar a las mulieres, no a las feminae, por lo que puede ser que Hostilianus consiguiera evitar la ley de Severo gracias a alguna laguna legal por la que las mujeres libres de la clase alta lo seguían teniendo prohibido, pero las mujeres de clase baja y las esclavas podían participar en los juegos.

Descubiertos en 1996 y presentados en septiembre de 2000, los restos de la mujer de Great Dover Street, también conocida como «Gladiator Girl» (la chica gladiadora) brindan pruebas físicas que respaldan así las abundantes pruebas literarias de la antigüedad de mujeres que luchaban como gladiadoras en la arena.

La pelvis de la mujer era todo lo que quedaba del cuerpo tras la incineración, pero la abundancia de caras lámparas de aceite, junto con otras pruebas de una fiesta grande y lujosa y la presencia de piñas (de pino, que se quemaban en la arena para purificarla después de los juegos) todo ello lleva a la conclusión así de que esta era la tumba de una respetada gladiadora que era una mujer.

Aparte de la mujer de Great Dover Street, la evidencia física de gladiadoras proviene así de un relieve de alrededor del siglo II d.C. encontrado en Bodrum, Turquía, que representa claramente a dos de ellas, pues la inscripción mencionada antes encontrada en Ostia; un pedazo de cerámica que se cree que fue pues un colgante encontrado en Leicester, Inglaterra; y una estatua de una gladiadora (de origen desconocido y al estilo de la península italiana) que actualemente se encuentra en el Museum fur Kunst und Gewerbein en Hamburgo, Alemania.

El relieve representa a dos mujeres, claramente gladiadoras, junto con sus nombres artísticos debajo, que son Amazona y Aquilea, o sea, con toda probabilidad era gladiadoras que recrearon la famosa historia de Aquiles y la reina de las amazonas, Pentesilea (de la Biblioteca de Pseudo Apolodoro, siglo II d.C.) así en la que Aquiles mata a la reina en la batalla en Troya y luego se enamora de ella y lamenta sus acciones.

Sobre las dos figuras se encuentra una incripción que dice stans missus, que quiere decir que las mujeres lucharon hasta llegar a un empate honorable.

Basándonos en sus escudos y espadas, estas dos mujeres habrían sido gladiadoras mirmillo o samnita, los objetos y las mujeres del relieve debieron haber sido luchadoras populares para justificar el costo de esta obra.

El cascote de cerámica tiene inscrito: Verecunda Ludia Lucius Gladiator, que se puede traducir pues como «Verecunda la artista y Lucio el Gladiador», o sea, ludia se puede interpretar como «gladiadora», y se ha dicho que esta cerámica se puede usar como prueba de que Verecunda actuaba como tal.

Pero por el contrario, resulta que se podría interpretar como que significa que era una actriz y que era la novia de Lucio el gladiador.

La estatua de Hamburgo, que durante años se interpretó como una mujer lavándose con un strigil (un instrumento curvo para raspar el cuerpo durante el baño), ahora se entiende que más probablemente sea una gladiadora alzando una sica.

La figura aparece triunfante con la sica en alto, el pecho al descubierto, llevando tan solo un calzón, o sea, que esta representación se ajusta a las descripciones de las gladiadoras que, al igual que sus homólogos masculinos, luchaban con el pecho al descubierto, solamente con un calzón, una armadura mínima que protegía las espinillas y los brazos, y un casco.

Se cree que la estatua representa a una gladiadora thrax que se ha quitado el casco al ganar (como era práctica común) y ha levantado el arma en señal de triunfo.

Los críticos de esta interpretación indican que la figura no lleva grebas, la armadura de las espinillas, así que probablemente no sea una gladiadora; pero la banda que lleva en la rodilla izquierda podría ser una fascia, una banda que se llevaba para proteger la rodilla bajo la greba.

También hay muchas pruebas literarias que respaldan la existencia de las gladiadoras. El satírico romano Juvenal (siglo I/II d.C.), el escritor de medicina Celso (siglo II d.C.), el historiador Tácito (54-120 d.C.), el historiador Suetonio (69-130 d.C.), y el historiador Dion Casio (155-235 d.C.), entre otros, escribieron sobre el tema, siempre de una manera crítica.

Fuente: https://www.worldhistory.org/trans/es/2-35/gladiadoras-de-la-antigua-roma/

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