Macbeth: la maldición de Shakespeare

Macbeth: la maldición de Shakespeare

Según los estudiosos de Shakespeare, tiene su origen en la época en la que el dramaturgo situó la obra, o sea, en la Escocia del siglo XVI cuando reinaba James VI  que estaba obsesionado con la brujería desde la muerte de su madre, María Reina de Escocia, y eran frecuentes las cazas de brujas.

Cuando, en 1589, el Rey viajaba desde Dinamarca a Escocia junto a Anne, su nueva esposa, estuvo pues a punto de naufragar, y James VI culpó a los conjuros y brujerías, o sea, ordenó así una caza de brujas en la ciudad costera de North Berwick y escribió un tratado, titulado « Daemonologie », en el que alentaba así la persecución de estos seres.

En todo este ambiente, del que se había contagiado Inglaterra, bebió William Shakespeare, que escribió «Macbeth» en 1606 (se publicó en 1623) y que incluyó referencias directas a la desgraciada navegación del Rey James.

Shakespeare incluye en la obra a tres brujas, que marcan de algún modo el destino de su protagonista y la leyenda dice que el dramaturgo investigó el mundo de la brujería en profundidad y que los hechizos que incluyó en el texto, así como los ingredientes que menciona en él -«Lancemos en ella la piel de la víbora, la lana del murciélago amigo de las tinieblas, la lengua del perro, el dardo del escorpion, ojos de lagarto, músculos de rana, alas de lechuza…», reza el texto- los empleaban brujas reales en sus conjuros.

La historia de la maldición de «Macbeth» comenzó en su propio estreno, o sea, según la leyenda, el actor que debía interpretar al protagonista murió repentinamente y el propio Shakespeare debió pues asumir el papel y se rumoreó que en las representaciones se usaron dagas reales y que eso habría causado así pues la muerte del actor.

Se habla también de una maldición arrojada sobre la obra por brujas reales de la época a quienes resulta que no gustó que Shakespeare las retratara en escena.

El caso es que las representaciones de «Macbeth» han sido a menudo accidentadas, pues así en 1849, el alboroto que causaron en el Astor Palace de Nueva York los partidarios de dos actores rivales, o sea, los de Edwin Forrest y William Charles Mcready (que interpretaban la obra en dos producciones distintas), causó al menos veinte muertos y más de un centenar de heridos.

Otro actor que intepretaba a Duncan en una representación en Amsterdam en el siglo XVII murió pues al recibir una cuchillada de una daga real; durante un combate en escena en 1947, Harold Norman, el actor que interpretaba a Macbeth, murió y el legendario Laurence Olivier estuvo a punto de morir en escena al caer un contrapeso al escenario a escasos centímetros de donde él estaba.

Durante el tiempo en que se presentaba una producción de la obra en 1942, dirigida por John Gielgud, murieron tres actores, el intérprete de Duncan y dos de las brujas; en 1948, la actriz Diana Wynyard, que encarnaba a Lady Macbeth, cayó al foso de la orquesta desde una altura de cuatro metros y medio; para burlarse de la supuesta maldición, había dedicido pues hacer la escena de su sonambulismo con los ojos cerrados.

Una de las últimas víctimas de la maldición de «Macbeth» fue un actor que participaba entonces en una producción protagonizada por Kenneth Brannagh que resultó herido, precisamente, en una escena de lucha con el respetado intérprete shakespeariano.

Fuente: https://www.abc.es/cultura/teatros/abci-obra-maldita-shakespeare-nadie-nombrar-201905270322_noticia.html

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