La leyenda de la monja de la Catedral
Corría el año de 1894 y la pandemia de la fiebre amarilla se expandía rápidamente por la ciudad, o sea, los habitantes vivían temerosos pues sabían que si la cogían era una muerte segura.
Era un día normal como todos soleado y lleno de vida y la monja se encontraba rezando en la Catedral cuando fue avisada por una mujer que gritaba desesperadamente pues su hijo se encontraba muy mal.
Ante estos gritos, la monja salió corriendo para socorrer a la agitada mujer pidiéndole que se calmara que la casa de Dios estaba disponible para sacar todo el dolor que traía dentro, pero la mujer no se calmaba y no descanso hasta llevar a la joven monja al lugar donde se encontraba su hijo.
Entonces, al llegar al sitio se podía percibir la muerte y la soledad pues el joven acababa de fallecer pocos minutos antes de que llegara su madre, o sea, la monja nada podía hacer solo abrazar a la madre ante la pérdida de su hijo.
A los pocos días la monja no se podía levantar de su cama, su aspecto no era nada saludable por lo que sus compañeras decidieron avisar al Padre de la iglesia que la revisara un doctor pues era muy repentino el cambio de salud.
Días después de ser revisada, fue diagnosticada con fiebre amarilla y al poco tiempo la “muerte” le había llegado, el cuerpo “sin vida” fue llevado a la morgue y enterrada en el Panteón de los San Juanes.
Años después, la orden religiosa de Sevilla pidió al Gobierno el cuerpo de la monja para ser pues llevado rápidamente a Europa, pero resulta que el día de la exhumación el ataúd estaba lleno de sangre marcado por los años y rasguñado símbolo que cuando la monja había sido sepultada aun estaba con vida, o sea, ese momento fue aterrador para las personas que llevaron a cabo la exhumación.
Cuenta la leyenda que la monja que llevaba el nombre de Graciela Labastida es vista así a deshoras de la noche con un aspecto amable y apacible y que de la nada se pierde entonces de una forma clara entre los arbustos de la hermosa catedral para dar paso al lamento y el dolor de haber perdido la vida ya que daba lo mejor como ser humano, pues no acepta encontrarse perdida en el mundos de la vida y de la muerte.
Fuente: https://www.elsudcaliforniano.com.mx/circulos/no-te-vayas-a-topar-a-la-la-monja-de-la-catedral-6155334.html