Martina Chapanay

Martina Chapanay

Martina Chapanay fue una guerrillera que actuó en las guerras civiles argentinas del siglo XIX, pues era hija de un cacique huarpe y resulta que nació en la Intendencia de Córdoba del Tucumán (Virreinato del Río de la Plata), el 9 de marzo de 1799, según registros), en las Lagunas de Guanacache, ubicadas entre las provincias de San Juan y Mendoza falleciendo alrededor del año 1887.

Entre otras hazañas, se distinguió por haber vengado la muerte del caudillo riojano Ángel “El Chacho” Peñaloza y la tumba de Martina Chapanay es centro de una devoción popular porque compartía el fruto de sus robos con los más humildes, y continúa reuniendo a cientos de devotos en el pueblo sanjuanino de Mogna.

Su padre fue Ambrosio Chapanay, un cacique huarpe que se refugió en el actual Departamento Lavalle, y que murió sin otra descendencia aparte de Martina, al tiempo que su madre fue Mercedes González, una mujer blanca oriunda de la ciudad de San Juan.

Otras fuentes afirman que su padre era un indígena chaqueño refugiado entre los huarpes y su madre era una sanjuanina llamada Teodora. Esta habría criado a su hija con dedicación, hasta el punto de que la casa de Martina Chapanay se transformó en escuela para los niños del lugar.

Cuando era adolescente, Chapanay destacaba por sus aptitudes de jinete y cuchillera, su habilidad para hacer galopar caballos en los arenales, pialar terneros, cazar animales y nadar con gran destreza.

Era una mujer de contextura pequeña, pero fuerte y ágil donde al elegir la vida de montonera comenzó a utilizar la vestimenta de los gauchos: chiripá, poncho, vincha y botas de potro.

Cuando murió su madre, su padre la entregó a la institutriz Clara Sánchez, de la ciudad de San Juan, que la educó con rigor, pero la joven al ver que eso no era lo suyo, logró escapar, encerrando a toda la familia en la casa.

A partir de ese momento, Chapanay vivió con los huarpes y se transformó en ladrona y también en clara asaltante de caminos, repartiendo lo que robaba entre los más pobres, e incluso habría ofrecido pues sus servicios al general San Martín, quien la nombró chasqui del ejército.

Luego convivió con el bandido Cruz Cuero, jefe de una banda que asoló la región por años, pues se dijo que incluso atacaron la Iglesia de la virgen de Loreto, en la provincia de Santiago del Estero.

Esta relación con Cruz terminó en una tragedia, ya que Chapanay se enamoró de un joven extranjero que secuestraron; Cruz golpeó a Chapanay y mató al joven de un balazo, pero ella mató a Cruz con una lanza y quedó como jefa de la banda.

Alrededor de 1820, Martina Chapanay se unió con sus secuaces al caudillo Facundo Quiroga pues tras eso Chapanay continuó luego luchando al lado de los caudillos y de Ángel «Chacho» Peñaloza, hasta que pues le ofrecieron el indulto y un cargo de sargento mayor en la policía de San Juan.

En ese cuerpo militar se encontraba el comandante Pablo Irrazábal, el asesino de Peñaloza y entonces la propia Chapanay lo retó a duelo, pero este no tuvo lugar porque el oficial se descompuso por el miedo y pidió la baja.

Al parecer sus últimos años los pasó trabajando como baqueana y rastreadora pues murió en 1874, según una versión en Mogna, otra afirma que en Zonda. Están los que dicen que falleció de vieja así junto a sus perros, otros que la mordió una serpiente y algunos aseguran que la atacó un puma.

Se cuenta que quien recibió su última confesión fue el cura Elacio Bustillos, a quién le entregó las reliquias religiosas que guardaba como recuerdos de sus andanzas como asaltante.

Él, después de perdonarla, la habría sepultado al pie de un algarrobo, en un costado de la Iglesia de Santa Bárbara, en Mogna, cubriendo su tumba con una laja blanca sin ninguna inscripción, “porque todos saben quién descansa ahí”.

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Martina_Chapanay

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