Leyenda de la princesa Tenesoya

Leyenda de la princesa Tenesoya

Cuenta la leyenda que, a mediados del siglo XV, el conquistador lanzaroteño Diego de Herrera atracaba sus goletas en las costas de Gran Canaria y nada más desembarcar, él y su tripulación vieron unas mujeres bañándose desnudas y se dispusieron a espiarlas.

Entre ellas, se encontraba Tenesoya, sobrina de Tenesor Semidán, el último rey aborigen de la isla, pues los forasteros quisieron raptarlas y todas lograron huir, a excepción de Tenesoya.

Embarcaron rumbo a Lanzarote y, allí, Diego de Herrera la puso al servicio de su mujer, doña Inés Peraza, educándola bajo la doctrina cristiana y bautizada como Luisa de Guanarteme, para así luego casarse con Maciot II de Bethencourt, nieto del antiguo gobernador de Lanzarote, del que adoptaría su apellido.

Mientras tanto, en Gran Canaria, Tenesor Semidán luchaba por recuperarla y traerla de nuevo a la isla, o sea, para ello, le propuso a Diego de Herrera un trato que consistía en intercambiar pues sus prisioneros cristianos por Tenesoya.

Él acepto y, con la vuelta de su sobrina, Tenesor se dio cuenta de que no era la misma persona, o sea, que Tenesoya había cambiado hasta tal punto que le obligó a él a convertirse al cristianismo y a ser bautizado.

Ella ya no se sentía Tenesoya, se sentía Luisa de Bethencourt, así que, bajo el manto de la noche, entonces se escapó silenciosamente hasta la costa, donde su marido le aguardaba en una carabela para llevarla así de nuevo a Lanzarote.

Fuente: https://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/wiki/index.php?title=Leyenda_de_la_princesa_Tenesoya

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