La simbología masónica del Teatro Pérez Galdós

La simbología masónica del Teatro Pérez Galdós

Néstor convirtió el Teatro Pérez Galdós «en un templo de Apolo repleto de símbolos masónicos», explica el escritor. «Originalmente el término museo designaba a un templo dedicado a las musas y por eso, el museo sigue siendo, para los iniciados, el santuario de las diosas de la inspiración».

A través de los murales que Néstor pintó para el coliseo, convertiría el lugar «en el templo de las musas, presidido por su dios, Apolo Musageta, dotándolo de simbología y numerología iniciática, especialmente del grado noveno de la masonería», señala García Saleh, quien ha escrito diversas obras sobre esoterismo y arte, entre las que destaca El tesoro oculto del conde de Montecristo, o sea, un libro que demuestra que Alexandre Dumas escribió una novela con un mensaje iniciático masónico sobre la felicidad y también la superación.

El ciudadano de a pie desconoce que el Teatro Pérez Galdós presenta innumerables mensajes ocultos, o sea, el número de figuras de los conjuntos murales del frontispicio de la boca del escenario y el salón Saint-Saëns oculta un mensaje esotérico.

En el primero hay cinco cupidillos y en el paño central aparecen Apolo, Talía y Melpómene formando trío, con tres cupidillos a cada lado, creando una escena con nueve personajes; pero además, el tres, el cinco y el nueve representan los grados simbólicos de la masonería, porque la edad del aprendiz es de tres años, la del compañero cinco y nueve son el número de toques del maestro.

Además, «el grado noveno de la masonería», que se llama el Maestro Elegido de los Nueve, tiene como emblema un brazo desnudo armado con un puñal y si uno se fija en el mural del teatro Melpómene éste realiza el signo de este grado, que es el de sujetar el puñal y al unísono pasar el dorso de la mano por la frente.

Por otra parte, la edad del grado noveno es de veintiún años y en el frontispicio de la boca del escenario hay ese número figuras, o sea, cifra que se repite en los cupidillos de los frisos del salón Saint-Saëns, que aparecen junto a un símbolo masónico, la cornucopia o cuerno de la abundancia.

Respecto a los loros que los acompañan, advierte que son veintidós «como las letras del alfabeto hebreo» porque representan «el lenguaje de los pájaros, el idioma en clave que sólo conocen los iniciados».

Lo cierto es que Néstor también «convenció» a su hermano Miguel, que era arquitecto, de añadir motivos palladianos al interior, porque ese estilo arquitectónico contiene claves numéricas con las que se consigue un equilibrio armónico, por lo que era objeto de culto entre los masones que lo aplicaron en sus obras.

Poe tanto y en relación con ello, la edificación palladiana más famosa es la Casa Blanca, o sea, se trata de una construcción masónica que trata de armonizar la tierra con el cielo.

En Revelaciones ocultas, el escritor desvela también los descubrimientos de alguna reliquia masónica pues perdida de Néstor y entre los objetos personales que pudieran relacionarlo con la masonería, resulta que sólo conservó una pequeña caja esférica de madera negra, permitiendo que fuera fácilmente ocultable y hoy en día la conserva su sobrina nieta, que «desconocía que tuviera un simbolismo iniciático».

Fuente: https://tiempodecanarias.com/we-las-fiestas-salvajes-de-lorca-nestor-y-dali-58112

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