Historia de la Campana Gorda de Toledo

Historia de la Campana Gorda de Toledo

El 8 de Diciembre de 1755, la Campana Gorda de la Catedral de Toledo, en su tañido inaugural, sonó muy raro y se rajó, o sea, dice la leyenda que se rompieron todos los cristales de los alrededores de la catedral, y que las mujeres que estaban encinta, dieron a luz.

En 1737, el Cabildo-Catedral instó al Cardenal infante Luis María de Borbón y al canónigo obrero Andrés Munarriz, a la creación de una campana que fuera la admiración del mundo, pues resulta así que esta idea fue bien acogida por las instancias públicas y por el pueblo llano.

Se encargó el proyecto a Alejandro Margallo, que junto con su equipo, fundieron una grandiosa campana de 18 toneladas de peso, de una altura de 2,30 metros y de 9,20 metros de circunferencia.

Hubo un gran error de cálculo, ya que los historiadores dicen que la campana salió de fábrica con un gran defecto de fundición: “un pelo” y que con el paso del tiempo se fue haciendo mayor la grieta y así nos ha llegado a día de hoy, a tener una grieta de arriba abajo.

La campana gorda se fundió en una casa situada en la Cuesta de San Justo, número 5, que pertenecía a la “Fábrica y Obra de la Catedral de Toledo”.

Se creó para sustituir a otra anterior más pequeña, llamada por “Cananca” por los toledanos, y que resulta que también estaba rajada. Esta otra campana fue erigida así por el canónigo obrero Pedro Manrique en 1569, durante el Pontificado del Arzobispo Carranza, que sufría un proceso en Roma, acusado de herejía.

Para su transporte desde la Cuesta de San Justo hasta la Catedral, se usó pues un gran carro de ruedas y troncos de madera rodados, tirado por varias parejas de bueyes, pues tardaron no menos de siete días en llevar la nueva campana hasta la base de la torre de la Catedral.

Para subirla al campanario, se consultó con un navegante, el marino, alférez de fragata, Manuel Pérez, que se puso manos a la obra acompañado de 3 suboficiales de navío y de 22 marineros.

Utilizaron maromas mezcladas con seda que es uno de los productos más duros de la naturaleza y que al final consiguieron colocarla en el campanario teniendo que romper parte del muro, que posteriormente fue reconstruido por el maestro de obras de la Catedral.

Se había conseguido algo que parecía imposible, pero un pelo en la fundición daría al traste con la alegría de los toledanos, o sea, se cuenta que el canónigo obrero mandó cambiar el mismo día en que se haría el tañer la campana, el badajo de la campana gorda por el de la campana anterior que era más pequeño y a pesar de ello, no se consiguió impedir que se rajara.

En el contrato con Margallo estaba implícito que si la campana sufría daños durante el transporte, izado o cuando se hiciese tañer, habría que hacer una nueva campana, pero nunca se hizo, o sea, que aún hoy día se la puede contemplar grande y magnífica, pero con una grieta insalvable.

La Campana Gorda así como las primeras campanas principales, están dedicadas al santo toledano, o sea, a San Eugenio, que es el primer obispo de Toledo.

Fuente: http://angelmartineztorija.com/?p:10334

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