La Aquila legionis

La Aquila legionis

Las águilas legionarias son el primer tipo de insignia que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de estandartes militares romanos ya que este tipo de estandartes eran los principales representantes del poder de la legión, y como tales, poseen un muy fuerte valor simbólico para las legiones.

Por esto, la pérdida de una de estas águilas significaba un gran golpe para una legión, que acarreaba una fuerte deshonra, caída en desgracia de la unidad, y en muchas ocasiones, su completa disolución, por ello respecto al valor simbólico de estas águilas, Dionisio de Halicarnaso comentará lo siguiente:

«Las enseñas tienen el máximo valor para los romanos y se consideran sagradas como estatuas de dioses» (Kavanagh, 2013: 46).

Además, el águila de la legión estaba asociada a Júpiter, y descansaba en el aedes signarum, un área pues de carácter sacro donde se colocaban los símbolos legionarios, que era custodiado por la I Cohorte de la legión: la más prestigiosa y de mayor tamaño.

En el caso de las águilas, únicamente salían de este santuario cuando toda la legión era desplegada sobre el terreno y no es de extrañar por tanto, concebir por qué la pérdida de las tres águilas legionarias en la emboscada del bosque de Teutoburgo supuso una conmoción tan fuerte para la Roma del noveno año de nuestra era.

El águila como símbolo máximo de la legión apareció junto con las reformas militares de Mario en el 107 a.C., y consistía en la figura de un águila con las alas extendidas, unida pues a un mástil de madera de dos metros de largo.

Las primeras águilas incorporadas a las legiones estaban realizadas en plata, y se mantuvieron así desde época de Mario hasta el Principado, cuando la plata fue sustituida por oro.

Por otro lado, el mástil de madera no solía contar con decoración, a excepción así del conocido caso de la representación de la recuperación por Augusto del águila perdida por Craso frente a los partos, que está en la lorica musculata de la escultura del Augusto de Prima Porta (Fig. 2). 

Cuando el aquila legionis salía del campamento era portada por un aquilifer, o sea, por un suboficial de menor rango que el centurión cuyo deber era el de mantener a salvo y visible el águila durante la batalla, para motivar a los soldados a luchar por su emblema. 

El aquilifer era el único de las tropas conocidas como portaestandartes que no llevaba una piel de animal sobre el casco, o al menos no aparece así representado en las fuentes iconográficas.

Por último, se puede resaltar que no se han conservado ejemplos arqueológicos de estos estandartes tan especiales, por lo que toda la información de que disponemos sobre sus características físicas proceden casi exclusivamente de la información aportada por los relieves, de entre los que destacan así las lápidas funerarias (Figs. 3 y 4).

Fuente: https://relievesmilitaresderomablog.wordpress.com/2017/11/19/las-ensenas-de-roma-i-aquilae-vexilla-et-signa/

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